Soneto XXVII
Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
tienes líneas de luna, caminos de manzana,
desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
Desnuda eres azul como la noche en Cuba,
tienes enredaderas y estrellas en el pelo,
desnuda eres enorme y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.
Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo
como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.
Soneto XXVIII
Amor, de grano a grano, de planeta a planeta,
la red del viento con sus países sombríos,
la guerra con sus zapatos de sangre,
o bien el día y la noche de la espiga.
Por donde fuimos, islas o puentes o banderas,
violines del fugaz otoño acribillado,
repitió la alegría los labios de la copa,
el dolor nos detuvo con su lección de llanto.
En todas las repúblicas desarrollaba el viento
su pabellón impune, su glacial cabellera
y luego regresaba la flor a sus trabajos.
Pero en nosotros nunca se calcinó el otoño.
Y en nuestra patria inmóvil germinaba y crecía
el amor con los derechos del rocío.
XXVII
Nua és tão simples como uma de tuas mãos
Lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
Tens linhas de lua, caminhos de maçã,
Nua és magra como o trigo nu.
Nua és azul como a noite em Cuba,
Tens trepadeiras e estrelas no pêlo,
Nua és enorme e amarela
Como verão numa igreja de ouro.
Nua és pequena como uma de tuas unhas,
Curva, sutil, rosada até que nasça o dia
E te metes no subterrâneo do mundo
Como num longo túnel de trajes e trabalhos:
Tua claridade se apaga, se veste, se desfolha
E outra vez volta a ser uma mão nua.
XXVIII
Amor, de grão a grão, de planeta a planeta,
A rede do vento com seus países sombrios,
A guerra com seus sapatos de sangue,
Ou melhor o dia e a noite da espiga.
Por onde fomos, ilhas ou pontes ou bandeiras,
Violinos do fugaz outono atormentado,
Repetiu a alegria dos lábios do copo,
A dor nos deteve com sua lição de pranto.
Em todas as repúblicas desenvolvia o vento
Seu pavilhão impune, sua glacial cabeleira,
E logo regressava a flor a seus trabalhos.
Mas em nós nunca se calcionou o outono.
E em nossa pátria imóvel germinava e crescia
O amor com os direitos do orvalho.
Pablo Neruda
(✩ 12/07/1904 — † 23/09/1973)
Autores Clássicos no Luso-Poemas