La espera…
La espera no es grata, aun necesitándote.
El que espera, para obtener algo sin otorgar nada a cambio.
Es un acto colmado de ingratitud.
Más aun es ingrata, mi eterna espera.
Porque soy como la noche que se presenta serena.
Y en ella existen las más sangrantes historias jamás develadas.
Ver solo una faz de la luna es contemplar lo que uno desea ocultar.
O simular que las lagrimas es solo una cuestión de emoción.
Esperar por ti, es esperar tu aroma jamás olvidado.
Tu voz jamás escuchada a centímetros de mis oídos.
Y el aliento fresco de tu boca entregada sin resistencia a mis besos.
Pero la brisa otoñal da más frialdad a mi piel adormecida.
Y la espera se tornara ingrata, porque mis ansias me harán besar otros cuellos.
Beberé hasta quedar exhausto y huiré entre los techos de la lejana ciudad.
Para ocultar mi real pena, de no volverte hallar mi amada doncella.
Serán noches donde la ingratitud será la esencia de mis poemas.
Como mis endemoniados actos de creer que la vida es un puñado de horas en vano.
La espera jamás será realmente contada solo habrá una mirada un beso y un gran abrazo.
Obviando mil palabras colmadas de insana gratitud por tu llegada mi amada.
La espera, tu espera se bien que es dispar con la mía.
Tu eres bellamente mortal y yo un simple bohemio creyéndose inmortal.
En el cuerpo y en el alma de un solitario poeta…