No despiertes… Por favor.
La noche caía como una catarata de sombras sobre la ciudad.
Un rojizo adiós se despuntaba en el horizonte ahogándose en el mar.
De un adiós perpetuo y único sin repetición.
Este fin fue anunciado con la llegada del sol a tus ojos.
Es terrible ver llegar el fin y que no se repetirá otra vez.
Eres tu sola, frente a la llegada de la noche también única e irrepetible.
Como la lagrima que rodo por la mejilla y ya no volverá atrás.
Fue un adiós tan permanente como esa palabra no escrita en este poema.
Que pudo ser tu nombre y ya no será devuelto al hoy.
Porque con cada segundo avanzado ya nada se podrá volver atrás.
Perdóname mujer por ser parte de tu soñar.
Porque pertenezco a lo irreal que jamás tuvo tiempo atrás.
Solo soy un poema escrito en la arena a la espera de la ola.
El cual se borrara sin dejar huellas de su existir.
Es difícil para la comprensión de un mortal aceptar que soy.
Si realmente he sido un vampiro colmado de soledad.
O un empedernido escritor cansado de su triste realidad invitando a soñar.
Y mejor no hablar del hombre que sigue ilusionado con un bello y gran amor.
Que solo lo haya, una vez que el sol dice adiós en cada sueño.
No despiertes…Por favor.
Que en los sueños nunca se dice adiós, definitivamente mujer.
Ahora estarás preguntándote si este poema es para ti.
Y te diré, que solo escribí la realidad de un despertar en soledad.
Lo cual me pone frente a las agujas de un reloj sanguinario asesinando la razón.
Sin tu presencia real en mi existir…
Aunque mis letras calen hondo tu emocional sentir.
No despiertes mujer…Por favor.
Para poder seguir amándote una noche más.
Donde el tiempo jamás es el dueño de la verdad.
Ni quien enciende tu real necesidad de mi apasionado besar.
A la orilla del mar viendo apagar el sol sobre tu desnuda piel.
A la cual le otorgo mi oscura pasión sin temor al adiós…