Se abren las ventanas al clarear
del día,
rosas en botón vengan al sol.
Los pájaros escogen un ramito,
con pocas hojas,
y así atraer las fêmeas, con su canto.
Si debruçan personas en el parapecho,
para respirar
el aire puro, antes del desayuno.
Se sientan a la mesa, en la hora propia,
con un repasto,
de llenar la barriga, sólo de mirarse.
Café y dulces y panes, forman parte de esta
iguaria,
y una excelsa fragrância, invade la casa.
Acabando el pequeño-almuerzo, todos se
aprontam,
para hacer las camas, deshechas durante el sono.
Todo en su lugar, cada uno se apruma,
ora para la escuela,
ora para el trabajo, que espera allá fuera.
El día está lindo y el cielo refulge sus azules,
alcanzando
las personas, que se muestran alegres y activas.
Coches escolares vienen a buscar los niños,
que no paran
de gritar, unas y otras hablando de sus aventuras.
Cuando el autocar parte, siempre hay una
preocupación,
en el corazón de los padres, dirigiéndose para las fábricas.
En la hierba verde y alta, perros y esquilos, andan en una
tropelia,
mientras unos juguetean, otros almacenan comida.
Y así comienza más una mañana solarenga,
que invita
al paseo, con bebés aninhados en el pego de suyos abuelas.
Jorge Humberto
06/11/10
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